La educación a distancia ha
transitado desde su inicio y desarrollo entre el rechazo y la aceptación
forzada. Originalmente dedicada a satisfacer las necesidades de aquellas
franjas de la población no susceptibles económicamente de ser escolarizadas, se
inicia tímidamente como una opción para la adquisición de conocimiento y
habilidades desde una perspectiva libertaria, en donde la única relación de
poder se da entre la forma y los contenidos de los materiales obviamente
seleccionados por el enseñante y por la posibilidad de una entrega más o menos
oportuna de los mismos. La educación a distancia ya como una actividad continua
y común, se inició formalmente durante la revolución industrial, la primera
etapa se distinguió por la utilización primordial de materiales impresos vía
correo y la posibilidad de tener, por la misma vía, una serie de asesorías para
el estudiante, esto tubo una negativa que fue el hecho de la poca interacción
entre el alumno y docente.
El desarrollo de la radio, la
telefonía y la televisión amplió los canales de comunicación social. Estos
servicios que para el común denominador de la gente representaron la
posibilidad de una comunicación más fluida y cercana, así como un nuevo espacio
lúdico para la educación a distancia fueron la oportunidad de acceder a nuevos
causes para su desarrollo. Ambos servicios redujeron las distancias y
permitieron el desarrollo de nuevas formas de encausar la didáctica de una
manera más creativa. Durante esta etapa, la educación a distancia había
permeado ya en la sociedad. Los cursos que se ofertaban no solamente atendían
al desarrollo de habilidades propias de los oficios. Su utilización para la
educación básica, sobre todo para la alfabetización de adultos y ciertos
niveles intermedios relacionados con aspectos técnicos. Definitivamente, el
desarrollo de la tecnología televisiva fue el gatillo impulsor que permitió a
la educación a distancia consolidarse como un modelo de educación.
La utilización de los satélites
permitió a la educación a distancia dar el salto cualitativo a su tercer fase
de desarrollo. Ello allanó el camino para el desarrollo de la teleconferencia,
misma que dio píe a la comunicación en directo y, en tiempo real entre los
actores del hecho educativo.
La implementación y el crecimiento
exponencial de la Internet
permitieron a la educación a distancia pasar a una cuarta etapa de desarrollo.
Las posibilidades para la comunicación bidireccional tanto en el ámbito escrito
como verbal o visual que permite este medio, son casi infinitas.
Si bien es cierto; existe ya una
gran cantidad de materiales demostrativos tales como los tutoriales, softwares
especializados y ciertos programas de simulación, todavía no se logran los
grados de complejidad que permite un laboratorio o un taller. Pese a lo
anterior, y esta sería la posibilidad de pasar a una quinta fase de desarrollo
de la educación a distancia, las miradas y los esfuerzos están dirigidos hacia
la realidad virtual.
El desarrollo de la realidad
virtual y las nanotecnologías con fines educativos permitirá superar esta
última barrera y ampliará inclusive las potencialidades del aprendizaje, ya que
en su práctica y aplicación se implicará todo el sistema perceptual y cognitivo
de los aprendices, cosa que no ocurre en una situación real.